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viernes, 5 de agosto de 2011

La derrota

Gilda estaba debajo del aro en posición de ataque. Yo tenía el balón. Finté, y estaba a punto de pasarle cuando ella se relajó, recompuso su postura y mirando hacia el infinito exclamó: “¡Huele a verano!”.

Olfateé la brisa que traía un aroma a verde. Mi contrincante aprovechó el despiste estival para arrebatarme la pelota y salió botando hacia nuestro campo. Con dos ligeras zancadas, entró a canasta y anotó los dos puntos. Así perdimos la final del Torneo de Primavera.


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