Yo llevaba un rato largo esperando delante del espejo, uno que hay en la cocina, muy fuera de lugar. Él entró, cogió una manzana del frutero y la restregó contra la solapa de la chaqueta. Después empujó una silla para colocarla en su lugar: alineadas patas y baldosas. Dobló con precisión el trapo de secar y lo dejó de nuevo sobre la encimera. Qué maniático, pensé. Por fin, se colocó en su sitio y puede ver mi reflejo.
(Magritte)
Que curioso, conocí yo a un tipo que cuando se iba a sentar miraba muy bien dónde quedaba la silla, para que no pisara ninguna intersección entre las baldosas
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