Hipa, los hombros casi le tocan las orejas. Las rodillas se le quiebran como ramilletes de paja seca. Desde el estómago empuja monstruosamente un lamento que rasca las paredes del esófago, de la laringe, de la tráquea hasta deshacerse entre los dientes. La saliva le burbujea bajo la lengua y los ojos son dos rayas húmedas y nubosas. Se enreda las manos en la melena y se araña el cuero cabelludo arrancándose los pelos de raíz.
Llora.
Se retira las manos de la cabeza, se deshace de los cabellos entrelazados con los dedos. Con la muñeca se despeja los ojos y la pena escampa. Repasa sus labios con las yemas de los dedos y se seca las babas. Gruñe asustando a sus propios suspiros. Recupera la postura erguida y lucha contra el hipo conteniendo la respiración.
Camina.
¿Qué hay detrás de ese hipo que parece sencillo en las primeras líneas para que le haga llorar y arrancarse los cabellos?
ResponderEliminarPues vete tú a saber, Miguel, hay personas muy tremendistas, o realistas, o cuentistas, o....
ResponderEliminarDe todas formas, ya te lo digo en el subtítulo del blog: es lo que imaginas.