Manolo es un desnaturalizado. Vive aún con su madre, a los cincuenta y prejubilado. Amanece allá a las dos del mediodía, engulle lo que haya y baja al bar. A las dos de la madrugada vuelve para casa y cena lo que le entra, y ni recoger los platos de la mesa se le ocurre. Ya lo hace ella, aunque ahora no está. Por eso, Manolo ha cambiado la rutina y sobre las seis de la tarde sale del bar y va para el hospital, a pasar un rato silencioso junto a la cama de su madre.
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