La profesora del taller de borrado, digo de escritura, me dice que sufrimos del mal del aragonés. La dolencia consiste en contar lo que uno ve.
Si por mí fuera, poco tendría que contar, pero los que me rodean se empeñan en hacer y decir cosas que me sorprenden, me extrañan, me alucinan, me apabullan, me conmueven o me aterrorizan.
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