Me desperté inquieta. Cuando llegué al trabajo, me puse a ordenar los ejemplares de la sección de cuento fantástico. Al poco, apareció el bibliotecario jefe y me despidió. A gritos, me llamó ladrona.
Hoy he soñado que mi jefe introducía un libro por la cintura de sus pantalones y lo cubría con su camisa amarillenta. Era cualquier libro de Marías. Luego el director de la biblioteca lo despedía. No he escuchado qué le gritaba.
Chema Madoz, otra vez, cada vez.

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