La mujer vengativa tenía mucho tiempo para urdir el plan . Y aunque se cansara de maquinar, daba igual, porque no necesitaba que fuera perfecto. Sólo tenía que esperar y era una mujer de insufrible paciencia. Logró vivir hasta los noventa, cuando el hijo de su adversaria ya tenía sesenta y, a su vez, había criado a otros hijos que ahora traían más niños al mundo.
Era domingo, 3 de febrero, la adversaria, que cumplía años, estaba sentada en el sofá rodeada de toda la familia cuando sonó el timbre. Su hijo se dirigió hacia el recibidor y por el camino aupó a su nieto que gateaba por el pasillo, el esfuerzo le provocó un pinchazo en el costado derecho. El hombre abrió la puerta y desde el rellano la mujer vengativa apuntó con el revolver y disparó.
Joaquim Brustenga-Etxauri |
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